lunes, 29 de marzo de 2010

DOMINGO DE RAMOS















COMO LA LLUVIA. IXCIS. 2010


COMO LA LLUVIA DA VIDA

A LA TIERRA, AL CAER.

DAME TU AGUA VIVA,

QUE ME HAGA RENACER

OTRA VEZ

A LA FE.



Puedes descargarlo de su página web:
www.ixcís.org

o desde aquí:
Como la lluvia

Teresa de Calcuta










miércoles, 10 de marzo de 2010

LA IGLESIA QUE QUEREMOS SER



INFANCIA MISIONERA. COMIC "EL NIÑO Y SU BIBLIA"



Cómo trabajar con el cómic
"El niño y su Biblia"

1- UBICARSE EN EL TIEMPO LITURGICO y en el ciclo correspondiente. Adviento, Navidad, Ordinario, Cuaresma, Pascua; del ciclo A, B, o C.

2- VER EL TÍTULO En diálogo con los niños, ver el significado del título - contenido, alcance, referencia. Al terminar la reunión, cada niño en su cuaderno escribirá lo que le sugirió este título.

3- BUSCAR LA CITA BÍBLICA de la lectura correspondiente, ya sea, 1º, 2º, y Evangelio. Ver si es del Antiguo Testamento o del Nuevo Testamento. Enseñar el manejo de la Biblia.

4- HACER LA LECTURA del texto bíblico completo; preferiblemente por uno de los niños, para formarles también como buenos lectores o lectoras, para comunicar la Palabra de Dios. Tomar en cuenta el tono de voz, correcta pronunciación, pausas, observar puntuación, etc.

5- ACLARARLES LAS PALABRAS que no hayan entendido. Cada uno, en su cuaderno anota el significado de las palabras nuevas, el extracto de la lectura y su comentario personal.

6- EN DIÁLOGO COMENTAR lo que más les llamó la atención -personajes, ambiente, situaciones-.

7- LEER EL COMIC para entender mejor el contenido y actualizar la lectura bíblica con las situaciones del mundo, el país, parroquia, grupo o familia. Sacar conclusiones.

8- PONER COLOR a los dibujos del comic . Se puede ampliar para colocar en la cartelera el cuadro que les pareció más significativo.

9- ESCRIBIR en grande el título y colocarlo en lugar visible, como referencia al tema de la Liturgia de la Palabra del domingo.

10- ESCENIFICAR el comic. Se distribuyen los personajes entre todos los niños. Los elementos que se necesiten para la escenificación deben ser realizados o buscados por los mismos niños con la colaboración de sus asesores. Esta escenificación puede realizarse en las misas para niños, terminada por el sacerdote la proclamación del Evangelio. También pueden realizarse en reuniones de grupos, paraliturgias, animaciones misioneras. Es conveniente hacer ver a los niños el servicio misionero que prestan al comunicar el Evangelio en esta forma sencilla y accesible al público más diverso.

FUENTE:Texto: P. Celerino Anciano O.P. Dibujo: Arq. Andreína Carradini.
VENEZUELA


COLECCIÓN COMPLETA EN:
http://infancia-misionera.com/archivo.htm

domingo, 7 de marzo de 2010

RECORTABLE. DADO SOBRE CUARESMA

CUENTOS CON VALORES. Mª Nelly Vindas Arias,con la colaboración y autorización de www.cuentosparadormir.com


GLOSARIO DE VALORES. Mª Nelly Vindas Arias con la colaboración y autorización de www.cuentosparadormir.com




EL CUADRO "EL REGRESO DEL HIJO PRÓDIGO" DE REMBRANDT (1606-1669)


EL CUADRO "EL REGRESO DEL HIJO PRÓDIGO" DE REMBRANDT (1606-1669)

Comentario a tenor del libro "EL REGRESO DEL HIJO PRÓDIGO. Reflexiones ante un cuadro de Rembrandt" de Henri J. Nouwen, PPC, Madrid, 1993. 26 ediciones.

1.- Rembrandt Harmenszoom von Rijn.- Rembrandt, pintor holandés, es uno de los principales autores de toda la historia de la pintura. Vive entre 1606 y 1669. Es el maestro del claroscuro y uno de los más caracterizados pintores del barroco.

Llevó una vida azarosa, inestable, conflictiva y dura. Se casó dos veces y, al final, vivió con una mujer que no era su esposa, tras graves problemas familiares. Un año antes de su muerte falleció su hijo Tito. Esta muerte era el final de una trágica historia de muertes en la familia de Rembrandt, que hubo de enterrar, a lo largo de su vida, a tres hijas, dos hijas, una esposa y otras dos mujeres.

Estuvo arruinado en varias ocasiones. Un aspecto importante en su vida, en el ambiente permisivo de Amsterdam, fue su tolerancia religiosa - estuvo cerca de algunas sectas protestantes y fue muy proclive a los judíos, a quienes pintó en distintas ocasiones- y, al final de su días, vivió una sincera y quizás angustiada y atormentada búsqueda de Dios.


2.- El cuadro "El regreso del hijo pródigo".- Es quizás su última obra, pintado al final de su vida, en el año 1669. Es su testamento. Denota el largo camino de la vida del autor. Contrasta con otras imágenes de la juventud de Rembrandt en medio de un burdel, feliz y dichoso en su ser hijo pródigo (1636). Ahora diríase que quiere ser el Padre de la parábola, después de haber sido tantas veces hijo pródigo. ¿Autoretrato?

Es una cuadro de grandes proporciones -2,50X2 metros-. En 1766 fue adquirido por la Zarina Catalina la Grande e instalado en la Residencia de los Zares en San Petesburgo, capital de la Rusia Zarista, en lo que hoy es el Museo Hermitage.


3.- Descripción del cuadro.- El cuadro, pintado en esplendorosa técnica del claroscurso y del tenebrismo -rasgos definidores de la pintura barroca- representa dos grupos de personajes. A la derecha del cuadro, el abrazo entre un anciano y un joven harapiento, y a la izquierda, cuatro espectadores u observadores de la escena -dos hombres y dos mujeres-.

El cuadro, como se acaba de decir, se completa con otros tres personajes. Uno de ellos aparece sentado, golpeándose sel pecho. Podría ser la imagen del administradoir o el recaudor de impuesto, imagen que suele simbolizar el pecado.

Destaca en el cuadro la luz centrada sobre la abrazo entre los protagonistas de la escena. También aparece iluminado uno de los cuatro espectadores, en el que surge en el extremo izquierda.

La luz emana del anciano -el Padre de la parábola del hijo pródigo- y vuelve hacia él.

Destaca asimismo el juego de colores: la gran túnica roja del Padre, el traje roto en dorado del joven -el hijo pródigo- y el traje similar al del padre del espectador principal -el hijo mayor de la parábola-. El fondo es oscuro a fin de que resalte más la luz de la escena principal.

4.- Algunos rasgos y simbolismos más acusados.- La luz es la "clave" pictórica y espiritual del cuadro. La luz encuelve el cuadro. La luz señalará los principales mensajes. La luz nos permitirá, además, ver a Dios cara a cara, cómo es. "Muéstrame tu rostro, Señor". Una contemplación serena y completa del cuadro nos permitirá repasar la historia de la salvación.

4.1.- Los rostros y las miradas:

Merece contemplarse con detenimiento el rostro del Padre, que se muestra íntegro, y los rostros de los dos hermanos, que sólo aparecen en una de la faces. Especialmente significativo será el rostro, casi fetal, del hijo menor.

El Padre: Es el rostro de un anciano digno y señorial. ¿Autoretrato de Rembrandt? La mirada del Padre aparece cansada, casi ciega, pero llena de gozo y de emoción contenidas. Es mirada que acoge, que sana, que perdona, que libera.

El hijo menor: La cara del hijo menor trasluce anonadamiento y petición de perdón. Es un rostro al que sólo se le ve una faz, un tanto deforme, a modo del rostro de un feto. Es signo del regreso del hijo menor al regazo del Padre-Madre.

El pelo rapado le priva de individualización, lo hace uno más -como en los cuarteles o campos de concretación que cortan el pelo a todos por el igual-.

El único signo de dignidad que le queda es una espada, que porta, atada, a la altura de la cintura. Es el testimonio de su origen, el único vínculo que le queda de su historia, la única realidad que todavía le une al Padre.

Lleva las sandalias rotas, desgastadas. Ya no sirven. Con todo, el pie derecho va todavía más desguarnecido. Las manos del Padre jugarán también un especial paralelismo con los pies desnudos de su hijo menor, protegiendo, sanando, apoyando.

El hijo menor todavía desconfía del amor del Padre. No quiere mostrar íntegro su rostro, sus intenciones -"Me pondre en camino y le dire...¡Padre, he pecado contra el cielo y contra tí!...Trátame como a uno de tus jornaleros".

El hijo menor salío del hogar del Padre y se marchó a un país lejano. Ahora el Padre-Madre, con sus manos, con su cuerpo, con su manto, lo acoge y lo introduce en su seno misericordioso. La vida es una vuelta a Dios:"Nos hiciste, Señor, para ty y nuestro corazón no descansará hasta que vuelva tí".

El hijo mayor: El rostro del hermano mayor aparece resignado, escéptico y juez. El hijo mayor, correctamente ataviado, surge en el cuadro desde la distancia. Como el Padre, lleva barba y túnica roja, que, sin embargo, está bastante más apagada. Le falta brillo y, sobre todo, grandeza y dignidad.

Su presencia es rígida, erguida. Está apoyado por un largo bastón, que lo hace más grande, más lejano, más sombrío.

Su mirada es un tanto enigmática, con carga y fuerza contenidas.

Se mantiene a distancia. Mira de reojo.

Sus pies y sus manos: Está de pie mientras que el hermano menor está de rodillas y el padre está agachado. Tiene las manos cerradas, frente a las manos abiertas del Padre y de su hermano.

Merece también compararse el calzado firme y correcto del hermano mayor frente al calzado roto e inseguro de su hermano.

La "lejanía" del hijo mayor, su ser también "hijo pródigo" se traduce, en este caso, en la envidía, en la falta de coraje y de valentía para irse. Emblematiza actitudes de crítica, de rechazo, de resentimiento, de autosuficiencia y autocomplacencia. Es la amargura de "sabérselo" todo. Son los celos, el juicio, la condena, la severidad para juzgar a los demás. Estas actitudes "pródigas" y extraviadas son mucho más difíciles de detectar y de corregir que cuando son pecados y faltas explícitas.

El hijo mayor representa la queja constante y amarga. Quejarse es contraproducente. Suele provocar más rechazo. Mientras tanto, la respuesta del Padre es la misma: el amor misericordioso, la acogida plena: "Hijo --, tú siempre estás conmigo...(Niño...Jesucristo...). Todo lo mío es tuyo".

4.2.- La fuerza del abrazo y de las manos del Padre:

La centralidad del cuadro, el abrazo del reencuentro entre el Padre y el hijo menor, emana intimidad, cercanía, gozo, reconciliación, acogida. El Padre estrecha y acerca al hijo menor a su regazo -vuelta al hogar materno- y a su corazón, y el hijo, harapiento y casi descalzo, se deja acoger, abrazar y perdonar.

El manto que viste el Padre hace como arco, que cobija y acoge. El manto expresa la figura figura de la gallina que extiende las alas y acoge a los polluelos.

El Padre impone con fuerza y con ternura las manos sobre su hijo menor. Son manos que acogen, que envuelven, que sanan -el simbolismo del gesto cristiano y religioso de la imposición de las manos-. Las manos del Padre son las manos del varon y de la mujer. Es el Dios Padre-Madre. La mano izquierda, rugosa y firme, es la mano del Padre; la mano derecha, elegante y fina, es la mano de la Madre.

El centro del cuadro, el centro de la luz que lo ilumina, descansa más precisamente aún sobre las manos. Las manos del Padre sobre la espalda del hijo menor son el corazón del cuadro. Hacia ella se dirige la mirada de todos los personajes. Son manos de amor, de descanso de acogida

4.3.- Simbolismo e interpelación:

El cuadro nos interpela acerca de nuestra propia vida cristiana en clave de hijo menor -¡tantas idas y venidas!, ¡tanto buscarnos sólo a nosotros mismos, raíz del pecado!, ¡tantas mediocridades y faltas!- y de hijo mayor -el que todo lo sabe, el perfecto, el bien ataviado, el responsable, el cumplidor, el irreprensible, el juez que también se busca sólo a sí mismo y está lleno de soberbia soterrada- que cada uno de nosotros podemos llevar encima y ser.

Nos llama y nos urge a ser el Padre de la parábola, en la acogida, en el perdón, en el amor, en la reconciliación plena y gozosa, sin pedir explicaciones, no exigir nada, sólo dando. El cuadro expresa el gozo inefable de la vuelta a casa, del regreso al hogar. ¡Yo soy casa de Dios! Todos y cada podemos ser mutuamente el Padre que acoge, perdona y ama.

5.- Otras consideraciones sobre esta parábola.-

5.1.- La mejor de las parábolas:

Es, sin duda, la bella y conocida de las parábolas del Evangelio. Es quizás la que mejor expresa quién es Dios y cómo es el hombre. Se encuentra el capítulo 15, versículos 11-32, del Evangelio de San Lucas.

Otros nombres que podrían tener esta parábola son: "la parábola de los dos hijos pródigos", "la parábola del Padre y de los dos hermanos", "la parábola de la bienvenida del Padre misericordioso". Esta parábola es la mejor expresión humana de la compasión divina.

5.2.-Los cuatro símbolos que usa el Padre:


El anillo: Signo de filiación, ahora reencontrada.

Las sandalias: Signo de la libertad recuperada. En la cultura hebrea y antigua, los esclavas iban descalzos; los hombres libres, iban calzados con sandalias.

El traje nuevo: Signo del cambio y de la reconciliación. Imprescindible para una vida nueva y para la fiesta que después llegará.

El sacrificio del mejor novillo: Preanuncio del sacrificio del Cordero de Dios que quita el pecado del mundo y signo de la fiesta, a la que acompañarán la música y los amigos. Es expresión de la fiesta de la reconciliación.

La ropa del honor y de la dignidad, el calzado de la seguridad y del prestigio y el anillo de la filiación y de la herencia, enmarcado todo ello en el abrazo de la acogida y en la invitación a la fiesta y a la comida compartidas como expresión de intimidad, gozo, celebración y comunicación.

5.3.- Referencias bibliográficas:

"EL REGRESO DEL HIJO PRÓDIGO. Reflexiones ante un cuadro de Rembrandt" de Henri J. Nouwen, PPC, Madrid, 1993. 23 ediciones.

"EL PADRE DEL HIJO PRÓDIGO", de José Mª Cabodevilla, BAC.

Carta Enclícica del Papa Juan Pablo II "DIVES IN MISERICORDIA", Capítulo IV, 30 de Noviembre de 1980.
(En esta Encíclica, el Papa Juan Pablo II presenta el proceso de conversión del hijo pródigo como el camino en búsqueda de la dignidad perdida, de la humanidad mancillada, de la filiación despreciada y desperdiciada.

El hijo pródigo es el hombre de todos los tiempos que rompe, que se aleja, que peca. Es también el hombre de todos los tiempos que busca el perdón, por que en el pecado se ha hundido a sí mismo; se ha alejado de su misma identidad y realidad; y vilipendiado la herencia auténtica que le corresponde.

Este estado de ánimo del hijo pródigo cuando decide volver y pide ser tratado, no ya como hijo sino uno de los jornaleros de su padre, "nos permite conocer con exactitud en qué consiste la misericordia divina". El padre se mantiene fiel a su paternidad, fiel al amor. "El padre es consciente de que se ha salvado un bien fundamental:el bien de la humanidad de su hijo. Si bien este había malgastado el patrimonio, no obstante ha quedado a salvo su humanidad. Es más, ésta ha sido, de algún modo, encontrada de nuevo".

Esta misericordia del padre hacia el hijo sólo puede ser entendida correctamente desde . Desde , como el ocurrió al hermano mayor, podemos percibir desigualdad y hasta injusticia. "La parábola del hijo pródigo- añade el Papa- demuestra cuán diversa es la realidad:la relación de misericordia se funda en la común experiencia de aquel bien que es el hombre, sobre la común experiencia de la dignidad que el es propia".

"La parábola del hijo pródigo expresa de manera sencilla, pero profunda la realidad de la conversión. Esta es la expresión más concreta de la obra del amor y de la presencia de la misericordia en el mundo humano. El significado verdadero y propio de la misericordia en el mundo no consiste únicamente en la mirada, aunque sea la más penetrante y compasiva, dirigida al mal moral, físico o material:la misericordia -concluye Juan Pablo II- se manifiesta en su aspecto verdadero y propio, cuando revalida, promueve y extrae el bien de todas las formas de mal existentes en el mundo y en el hombre").

Fuente:
http://www.conferenciaepiscopal.es/general/FiestasLiturgicas/cuaresma/hijoprodigo.htm

Actividades sobre la Parábola del hijo pródigo.







Parábola del hijo pródigo.


Parábola del hijo pródigo

Lucas 15, 1-3.11-32.

Cuaresma.

Dios no se cansa de esperarnos, por mucho que nos alejemos de Él.


Lucas 15, 1-3.11-32
En aquel tiempo, se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores para oírle, y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: Este acoge a los pecadores y come con ellos. Entonces les dijo esta parábola. Dijo: Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo al padre: "Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde." Y él les repartió la hacienda. Pocos días después el hijo menor lo reunió todo y se marchó a un país lejano donde malgastó su hacienda viviendo como un libertino. Cuando hubo gastado todo, sobrevino un hambre extrema en aquel país, y comenzó a pasar necesidad. Entonces, fue y se ajustó con uno de los ciudadanos de aquel país, que le envió a sus fincas a apacentar puercos. Y deseaba llenar su vientre con las algarrobas que comían los puercos, pero nadie se las daba. Y entrando en sí mismo, dijo: "¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, mientras que yo aquí me muero de hambre! Me levantaré, iré a mi padre y le diré: Padre, pequé contra el cielo y ante ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros." Y, levantándose, partió hacia su padre. Estando él todavía lejos, le vio su padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente. El hijo le dijo: "Padre, pequé contra el cielo y ante ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo."
Pero el padre dijo a sus siervos: "Traed aprisa el mejor vestido y vestidle, ponedle un anillo en su mano y unas sandalias en los pies. Traed el novillo cebado, matadlo, y comamos y celebremos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado." Y comenzaron la fiesta. Su hijo mayor estaba en el campo y, al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y las danzas; y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. Él le dijo: "Ha vuelto tu hermano y tu padre ha matado el novillo cebado, porque le ha recobrado sano."El se irritó y no quería entrar. Salió su padre, y le suplicaba. Pero él replicó a su padre: "Hace tantos años que te sirvo, y jamás dejé de cumplir una orden tuya, pero nunca me has dado un cabrito para tener una fiesta con mis amigos; y ¡ahora que ha venido ese hijo tuyo, que ha devorado tu hacienda con prostitutas, has matado para él el novillo cebado!" Pero él le dijo: "Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero convenía celebrar una fiesta y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto, y ha vuelto a la vida; estaba perdido, y ha sido hallado."


Reflexión
Sabiendo que somos hijos de Dios pensamos que lo merecemos todo. A veces no somos ni capaces de agradecer a nuestro Creador por el gran don de la vida. Y, mucho menos, nos esforzamos por corresponder a su amor infinito.

¿Cuánto hemos recibido de Dios? ¡Todo! Sin embargo lo vemos como una obligación de parte de Él. Podríamos llegar a quejarnos cuando no recibimos lo que queremos y tal vez hasta hemos llegado al punto de exigirle.

Dios, en su infinita bondad, no cesa de colmarnos de sus gracias y hasta cumple con nuestros caprichos. No importa si le agradecemos o no.

Lo más hermoso es ver que Dios no se cansa y por mucho que nos alejemos de Él, cuando deseamos volver, ahí está con los brazos abiertos esperándonos con un corazón lleno de amor.

Dios es el Pastor que se alegra al encontrar la oveja perdida. Él es el Padre misericordioso que espera a su hijo perdido con grandes ansias, le perdona cualquier falta cuando ve un verdadero arrepentimiento y lo llena de su amor. Digamos a Cristo: “Señor, Tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero”

Autor: Javier González | Fuente: Catholic.net